Dios, el Padre perfecto, nunca nos desilusionará, abandonará ni dejará de amarnos. “Aun cuando un ejército me asedie, no temerá mi corazón; aun cuando una guerra estalle contra mí, yo mantendré la confianza.” Sal 27:3 Señor, gracias por ser un Padre con el que siempre puedo contar.